Parte I
Descansa sobre una liviana cuerda de sueños, se balancea al son de una canción italiana en ese atardecer de domingo, que la transporta al lugar anhelado por años… (Que solo ella conoce).
El sol por esos días, escasea, y los amaneceres cubren de niebla la ciudad…
Labios morados, mejillas coloradas, ojos vidriosos, bufandas de colores varios, tapados y gorros dibujan la avenida corrientes pincelando el invierno de la ciudad de buenos Aires; deteniéndolo en un cuadro de vorágine, y ansiedad local…
Viento frío del sur, y un adiós incipiente a la pequeña calidez otoñal….
Ella tararea su canción italiana predilecta-mientras calienta sus manos abrazadas a una taza de té hirviendo-; su risa, de a poco va esfumándose- así como el sol se pierde en las últimas horas del día-…cuando recoge imágenes- invisibles a ojos ajenos-; y su vida se deshace en la oscuridad.
Su mente es un torbellino de ideas, que traspasan a su cuerpo generando las más atrevidas sensaciones…extrapolando sus deseos a sus piernas, a sus manos, a su espalda, y apagando poco a poco, el brillo que cada tanto, permanece en sus pupilas….
Ella se embriaga de sus pensamientos. Y se deja caer. Se entrega a ellos. Se siente vencida por un dolor eterno que la asfixia, y deja mudos sus sentidos.
Afuera la ciudad estalla. Y no quiere ser parte de esa furia multitudinaria que clona de estrés su fatídica rutina….que la convierte en pantera enjaulada; en rehén de las miserias humanas.
Sin embargo, Ella también es parte de ese mundo; aunque reniegue de ello.
Es como si trazáramos una línea divisoria, y nos encontráramos a una realidad común de la cual Ella apenas es reflejo-o al menos desea serlo-; y una sub-realidad o sub-mundo, del cual es protagonista, y testigo fiel.
Verónica, es un cúmulo de experiencias, que transita y repasa; auto convocada por sus sombríos pesares.…
Ella parece la chica más triste de la ciudad. Le pide al mundo que se detenga. Que la espere, que no devore sus ilusiones.
Como si quisiera detener el tiempo en el tiempo, para ser reencarnación de luz, y no de sombras.
Su garganta, anudada, no proyecta las palabras que libran batalla por salirse de su boca. Sus deseos murieron antes de nacer. Recuerda, cómo sus sueños quedaron desvanecidos sobre la vereda, pisoteados más de una vez; por “animales” de paso…
Siente que nunca encontró ni encuentra las palabras para desmantelar sus sentimientos, que hoy están algo nauseabundos, acorralados en la oscuridad del silencio, cubiertos por la humedad que vomitó el paso del tiempo….
Verónica piensa. Divaga en esa tarde fría de domingo, acompañada de reflexiones poco amigables y susceptibles de provocar en Ella el colapso. Sigue con su taza de té- ya enfriándose en sus manos-. Y lo revuelve tantas veces, a modo de descarga tensional (como si de éste, fueran a surgir las respuestas que emanan de su inconsciente).Y las únicas voces que oye, son las que el eco le devuelve de su propia y única voz, en aquella casa ubicada en la localidad de San Telmo.
Ovilla su soledad día tras día y Teje su vida, coartando la posibilidad de darle muerte al dolor, desalojando de sus venas, a la pasión, el fuego y el deseo.
Ella tiene miedo, y sufre parálisis de amor. Así, es como le da a su corazón un bloqueo sentimental, cerrando las apuestas al respecto. (Aunque por cierto, candidatos no le faltan).
¿Qué siente verónica? ¿Por qué sus miedos la ahogan y se entrega al dolor? ¿cuál es la raíz de ese sentir?
“No soy parte de este mundo”-suele decir por ahí Verónica- con tono resignado en el esbozo de aquella apreciación…y continúa diciendo:”Seré diferente al resto de la gente, defenderé mi ideología por más de que el mundo venga en contra mío y no hacía mí; pero al final, nada tomaré de la crueldad de lo que éste regala, deshumanizando a las personas. Como si fuera una máquina expendedora de “fieras” -replica -.
¿A quién se dirige cuando habla? ¿Porqué dice lo que dice y calla lo que debería hablar?
¿Cómo sería un mundo “veronicanizado”?
Verónica reproduce su angustia, y se viste de furia. Hace una catarsis, propia de su sentir, de su malestar cotidiano y general, que la tiene a mal traer. Se queja del mundo, no entiende a las personas, y siente ser la excepción a ellas. Siente que pertenece a un mundo anterior a su existencia. Que en este mundo, apenas es un lunar aislado.
¿Se victimiza? ¿O pide a gritos ser comprendida, escuchada?
Ella danza la zamba de sueños, que poco a poco, se van poniendo añejos, en la medida en que persista con su bloqueo emocional-sentimental. De apariencia naif, con su cabello algo largo, rubio y ondulado, y de ropa ligera y cómoda; con apenas algo de rímel negro en sus pestañas, pero firme en sus convicciones; no se cree capaz de soportar otro desencanto amoroso. Verónica se siente frustrada, como si las historias que la toman de protagonista, la volvieran la heroína amada, deseada, pero finalmente traicionada; abandonada, una y otra vez…
Ella le teme al abandono, y se refugia en su propia “fortaleza” para defenderse de él, aunque muchas veces, pierda el dominio frente a esta “amenaza”.
No siente despecho, sí decepción.
Tambaleante, camina- haciendo un surco, de su habitación a la cocina-y vacilante, atiende el teléfono y rechaza una salida de amigas.
No quiere fingir felicidad y ni martirizar su dolor; aunque utilice a éste, haciendo de él, un espacio necesario, que amanece a una Verónica pura. Auténtica.
Ella de por sí, tiene esencia melancólica, y de hecho, se nutre de esa característica para adornar sus días con canciones que logra, de tanto en tanto, componer; poniéndole su voz y su alma entera.
Siente que la música, es uno de los pocos lugares que le regalan belleza y armonía al triste transcurrir de sus días…
La música es musa de inspiración-suele decir- . Un espacio recreativo que despierta sus sentidos, que la transportan a la magia que anida una felicidad buscada, un camino noble, de paz interna y pura espiritualidad. Un combo de sensualidad y ternura, que se recorta en trocitos, aspotados esporádicamente en su vida.
Sus labios se humedecen, y dibujando una pequeña sonrisa, esbozan el primer párrafo de aquella canción italiana, de nombre “vivo por ella”.
Verónica le canta a la triste Verónica. Verónica se canta, y se deja desnudar abruptamente, por el placer del sonido, hasta hacerse canción.
Así, pasea desnuda frente a la mirada de los otros. Y le hace el amor a la vida-a ESA vida-que hace de Verónica, una Verónica entera y pura. Impura y con sangre en sus venas…; y no una mera alucinación, casi imperceptible de esta felicidad momentánea que la consume, pero que es ajena a su cotidianeidad.
Así se muestra envuelta en el arte musical.
Así su vulnerabilidad se vuelve insoslayable.
Próximamente II parte....