lunes, 24 de diciembre de 2007

A los mal llamados "autistas"...

Todo se vuelve lejano. Hasta mi tan reciente pasado.
Sueños desvanecidos, deseos arrinconados, anhelos de libertad, en este país burocrático, que lejos de darme oportunidades me coarta casi todos los caminos.
Hoy me siento cansada, amen de mis 27 años y del impredecible futuro; y es que extiendo mis manos, y las veo quedar flotando en aire; es ahí cuando me pregunto: ¿ha alguien del otro lado?
Cierro mis ojos, y veo fluir un río, recortado entre montañas, alumbrado por un sol que de tan fuerte y presente, intimida. Es un paisaje cercano, tangible, deseable; ahí me siento libre, despojada de preocupaciones internas, vestida de alegría- aún no hablaría de felicidad, dado que la considero un estado transitorio en la vida de las personas-. Pienso con qué poco a uno se le puede iluminar el alma. De repente, despierto, algo distendida después de aquél formidable paisaje, y trato de significar el sueño a groso modo:
Pienso en ese río, en su extensión y su movimiento ondulante por el tibio viento de verano, la piel se me eriza, siento que el agua representa mi sensación de ahogo, y el fluir la libertad anhelada. Y no me refiero a libertad en el sentido literal, hablo de libertad de pensamiento, de libertad del alma. De liberalizar mis tormentos.
Ahora, pienso en la representación del sol, y en esa luz que de tan potente ahuyenta: ¿Será que vivo entre las sombras?
Y por último, las montañas; creo ver allí la cima, el lugar donde se depositan mis sueños.

Vuelvo a lo mismo: con qué poco uno puede poner luz en su corazón, y retroalimentar la “cadena” de vida. Pero paradójicamente, al menos en lo personal, es difícil contentarse con los logros.¿ Será que uno ve más de lo que puede ver?¿ o será que vivimos en un estado de incesante disconformidad?

Siento que me estoy buscando hace tiempo. Que estoy buscando un lugar. Mejor dicho, mi lugar, por más de que los costos, sean pasar a formar parte de la gente considerada casi “autista” imbuida en su mundo. Pero amen de esa caracterización, o mejor dicho, prejuicio, de lo que sí estoy convencida es que al menos hasta ahora, es donde mejor me encuentro. Siento que estoy transitando por caminos que me conducen al encuentro de respuestas, mas allá de que esto genere desencuentros.
Esta estapa de redescubrimiento me hace hurgar por lugares tapados, y hasta escondidos; pero destaparlos, me resulta increíblemente apasionante. Lo recomiendo absolutamente, para todos aquellos mal llamados “autistas” que se sienten atrapados, en libertad…Como quien les habla.

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