miércoles, 30 de julio de 2008

... y las peleas terminarlas siempre en el sillón.

jueves, 17 de julio de 2008

Tengo al amor agazapado en la vereda de enfrente, detrás de un árbol.
Desde allí, cada mañana, él vigila mis pasos
Yo apenas si poso mis ojos sobre él. Miro sin mirar, sin deseos siquiera de ser “llamada” . ya ni quiero estar conmigo.
Cada tanto, desparramo algunas gotitas de “quereme”- sólo cuando el alma, ablanda mis sentidos y mutila mi ceguera-.

Pero últimamente sucede tan poco…

viernes, 11 de julio de 2008

Llego el final

La silla mecedora se balancea. Ella tararea su canción favorita.
Son las 14 hs del día sábado, del mes de Febrero. El calor se hace notable en las sierras, y apenas se escucha el cántico de los pájaros que revolotean sobre el lago. Es el horario de la siesta, y el pueblo se viste de ausencia y silencio.

Verónica mira sus manos, y pensativa, recuerda con nostalgia y alegría, aquella juventud en la ciudad de buenos aires. Han pasado 10 años, desde su partida. Y lleva en su dedo anular, aquél anillo que Fernando le había comprado con su primer sueldo, en aquella gran empresa en la que trabajaba.

Lleva en su mente grabada, la imagen de Fernando, regresando en soledad a su casa, desde su última cena juntos. Nunca más lo ha visto. Se emociona y fija la vista en su teléfono…siente ganas de saber de él; pero piensa que es en vano, seguramente este casado-se dice a sí misma-

Recorre su pequeña casa, descalza y con una larga pollera blanca que conserva desde que era más joven en la época en la que aún era estudiante de canto.
Toma asiento en su banquito y toca el piano, entonando “vivo por ella”…

Siente la música en su cuerpo y flota con ella…

Verónica lleva recién cumplidos 38 años, no se ha casado, ni tiene hijos.

Piensa cada tanto en Fernando, pero se priva de ese sentir. Por miedo, ¿quizá?

Suena su teléfono


Y una voz algo conocida sólo dice: Aún no te he olvidado.



Fin abierto a los lectores
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